Cada vez, es más común presentar trastornos alimenticios, ya sea por la mala oferta nutritiva que existe en el mercado, el ritmo de vida acelerado que llevamos, sin olvidar la variación de emociones a la que estamos expuestos en el mundo actual.Introdución
Introducción
Muchas veces, lo que pareciera que es hambre por falta de alimento, está mucho más relacionado a nuestras emociones y es entonces que aparece el hambre emocional que es cuando ingerimos ciertos alimentos para contrarrestar algunas alteraciones que presentamos, sin que realmente tenga que ver con la falta de comida.
Relacionar las emociones placenteras con la comida, no es un tema nuevo, a los bebés en etapa de lactancia, comer les ocasiona una sensación de seguridad y conforme van pasando las etapas de la vida una buena comida significa pasar un feliz cumpleaños con amigos, una reunión amena o un apapacho en momentos de cansancio. Es por eso que, al experimentar emociones adversas, muchas veces nuestro cerebro nos dice… comiendo te sentirás mejor.
DIFERENCIA ENTRE EL HAMBRE Y EL HAMBRE EMOCIONAL
Si bien, una de las principales complicaciones con la que nos encontramos al momento de querer iniciar un régimen de alimentación saludable es el hambre, no siempre esa sensación responde a la necesidad de nuestro organismo por comer. En este sentido, es muy importante que podamos identificar el hambre fisiológica del hambre emocional, ya que de esto dependerá el éxito de cualquier dieta.
HAMBRE FÍSICA.
- Aparece de manera paulatina
- Se satisface con cualquier alimento
- Una vez satisfecho no necesitas comer más
HAMBRE EMOCIONAL.
- Aparece de manera súbita
- Se satisface con alimentos específicos
- No desaparece hasta que logras mitigar la emoción
Después de identificar las diferencias entre el hambre fisiológica y emocional, podemos darnos cuenta de que cuando la comida activa reacciones placenteras, esta se relaciona con nuestras emociones y nos impide distinguir la sensación de saciedad, ya que, a pesar de sentirnos satisfechos, mientras el placer que produce aquello que ingerimos no desaparezca, tampoco nuestras ganas de consumirlo.
Tomando en cuenta lo anterior, lo primero que debemos hacer para contrarrestar el comer compulsivo que nos producen ciertas emociones, es identificarlas y el siguiente paso es tener la intención de trabajar en ellas. Antes de profundizar más en el tema, debemos destacar, que no solamente las emociones consideradas como negativas desencadenan el hambre emocional, muchas veces aquellas que nos provocan una sensación intensa de placer o felicidad, también lo hacen.
LAS EMOCIONES Y LA ALIMENTACIÓN
Cuando hablamos de las emociones que nos provocan incrementar de manera desmedida el consumo calórico en las personas, podemos hablar de muchas de ellas, ya que en cada persona el detonante emocional del hambre es distinto, pero podemos identificar como las más comunes las siguientes:
- Enojo
- Tristeza
- Felicidad
- Sentirse vacío
- Desesperación
- Preocupación
- Insatisfacción
- Euforia
- Culpa
- Vergüenza
- Arrepentimiento
- Remordimiento
- Autodesprecio
No podemos dejar de lado, que no todas las emociones nos hacen comer de más, muchas de ellas por el contrario nos incitan a no comer, por lo anterior, existen diferentes hipótesis sobre como influyen las emociones en la manera en la cual nos alimentamos y de cómo dependiendo su intensidad cada una actúa de manera distinta:
Emociones desagradables | Emociones intensas | Emociones agradables |
Generan necesidad de comer ciertos alimentos para contrarrestarlas.Generalmente la comida genera alivio, alegría, disfrute, placer y felicidad. | Generan falta de apetito y/o suprimen las ganas de ingerir alimentos.Generalmente la comida genera asco, desagrado, culpa, remordimiento y repulsión. | Generan necesidad de comer ciertos alimentos para potenciarlas.Generalmente la comida genera alivio, alegría, disfrute, placer y felicidad. |
Como podemos ver, según esta hipótesis, el control del consumo de alimentos y su elección en la mayor parte de las situaciones depende de la emoción que potencia cada uno de los alimentos y no precisamente a la sensación física de hambre. Por otro lado, hay que tomar en cuenta que las emociones se experimentan antes y después de comer, lo que hace importante identificar qué sentimos, porqué lo sentimos y que sensación nos causa el comer.
¿CÓMO ATACAR EL HAMBRE EMOCIONAL?
Cuando hablamos de hambre emocional, los principales macronutrientes que se consumen son carbohidratos, proteínas y grasas; considerando lo anterior, podemos deducir que cuando comemos por razones emocionales, no solamente presentamos dificultad para saciar las ganas de comer, si no que el exceso en estos grupos de nutrientes hace que muchas veces nuestra salud se vea afectada a largo plazo, por lo que es muy importante contrarrestarlo para evitar dañar nuestro organismo.
Si estamos tratando de atacar el hambre emocional o nos damos cuenta de que esta manera de comer está afectando nuestra salud, lo primero que debemos hacer es detectar las emociones que llegan a nosotros antes y después de comer, darnos cuenta si comemos por hambre física, si esta sensación se sacia al comer y si nos da igual el alimento que ingerimos o no. Después de identificarlo, debemos tratar nuestras emociones o hacer consiente esta situación para parar en el momento adecuado.
Si acaso, lo anterior no es de mucha ayuda, podemos seguir los siguientes pasos.
- Identificar y trabajar las emociones que desencadenan el hambre emocional de la mano de un especialista.
- Acudir con un nutriólogo que nos apoye con un régimen alimenticio específico para nuestras necesidades.
- Realizar ejercicio de manera habitual para controlar nuestras emociones.
- Buscar actividades de esparcimiento que nos ayuden a mantenernos ocupados en los momentos de ocio.
No debemos olvidar que el hambre emocional está presente en varios trastornos de la conducta alimentaria e identificarla nos puede ayudar a evitar caer en ellos.
CONCLUSIONES
Cada vez, es más común presentar trastornos alimenticios, ya sea por la mala oferta nutritiva que existe en el mercado, el ritmo de vida acelerado que llevamos o la variación de emociones a la que estamos expuestos en el mundo actual. Habitualmente, las personas deciden qué comer y en qué momento hacerlo cuando perciben que tienen hambre, sin embargo, no solo el valor nutricional o el hambre son determinantes en las decisiones referentes a qué y cuánto comer.
Una de las principales complicaciones con la que nos encontramos al momento de querer iniciar un régimen de alimentación saludable es el hambre, no siempre esa sensación responde a la necesidad de nuestro organismo por comer. En este sentido, es muy importante que podamos identificar el hambre fisiológica del hambre emocional, ya que de esto dependerá el éxito de cualquier dieta.
Cuando la comida activa emociones placenteras, esta nos impide distinguir la sensación de saciedad, ya que, a pesar de sentirnos satisfechos, mientras el placer que produce aquello que ingerimos no desaparezca, tampoco nuestras ganas de consumirlo.
Debido a que las personas pueden no darse cuenta de los cambios en su conducta alimentaria como consecuencia de los cambios en sus estados emocionales, se sugiere a los especialistas en psicología y nutrición enseñar a los pacientes a identificar y regular sus emociones puesto que podrían estar confundiendo las señales fisiológicas de hambre/saciedad con dichos estados emocionales.
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Mtra. Ana Cortés
Gerente de Contenidos
Referencias
(2018). Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles.
Elizabeth Peña Fernández, L. M. (2015). Las Emociones y la Conducta Alimentaria. Acta de Investigación Psicológica, (págs. 2182 – 2193).
NOTIMEX. (2018). Obesidad en México, problema de gravedad mayor. Excelsior.